El 27 de marzo de 2020, en vistas de la deriva que adquiría la crisis del CONVID-19, el Banco Central Europeo (BCE) recomendó (recomendación es el término usado por el BCE para decir orden/obligación), al menos hasta el 1º de octubre de 2020, no se pagaran dividendos ni se asumiera un compromiso irrevocable de pago de dividendos por parte de las entidades de crédito para los ejercicios económicos de 2019 y 2020, y que éstas se abstuvieran de realizar recompras de acciones destinadas a remunerar a los accionistas.

Esta recomendación se basó en la consideración de que era fundamental que las entidades de crédito sigan cumpliendo su función de financiar a los hogares, las pequeñas y medianas empresas y las corporaciones en medio de la crisis económica relacionada con COVID.

Ello provocó que los bancos que no hubieran aprobado el dividendo, ni convocado la junta, dejaran de hacerlo.

Desde entonces, el BCE ha emprendido una labor para evaluar más a fondo la situación económica y considerar si es aconsejable una nueva suspensión de los dividendos después del 1 de octubre de 2020.

En este contexto, el BCE considera que el nivel de incertidumbre económica debido a la pandemia de COVID-19 sigue siendo elevado y, por consiguiente, que las entidades de crédito tienen dificultades para prever con precisión sus necesidades de capital a medio plazo.

Por consiguiente, el BCE recomienda (obliga a) que hasta el 1º de enero de 2021 no se paguen dividendos ni las entidades de crédito asuman un compromiso irrevocable de pago de dividendos para los ejercicios económicos 2019 y 2020, y que las entidades de crédito se abstengan de realizar recompras de acciones con el fin de remunerar a los accionistas.

Las instituciones de crédito que no puedan cumplir esta recomendación porque se consideren obligadas por ley a pagar dividendos deberán explicarlo inmediatamente las razones subyacentes a su equipo de supervisión conjunta. En su día el BCE amenazó con sanciones si no se cumplian con sus “recomendaciones”.